Es el que provee sostén, nutrientes, agua, aire y microorganismos a las plantas. Para evaluarlo hay que tener en cuenta sus propiedades físicas y químicas.
Cuando hablamos de propiedades físicas hacemos referencia a la textura, estructura, color y permeabilidad. Teniendo en cuenta dichas características los suelos pueden ser arenosos, arcillosos y francos y las combinaciones resultantes de estos tres tipos. El suelo franco es el ideal para plantación.
Al hablar de propiedades químicas del suelo nos estamos refiriendo a la cantidad de sustancias nutritivas que posea, al PH (alcalino, neutro o ácido) y a la salinidad del suelo. Existen enmiendas para corregir la textura, la estructura, el PH, los nutrientes y las sales. Para acidificar un suelo se usa sulfato de calcio (yeso), sulfato de hierro, quelato de hierro, vinagre de alcohol, pinocha, resaca y turba y para alcalinizarlo se usa cal o harina de hueso.